Enriqueta Arvelo Larriva
(Venezuela, 1886-1962)
Poeta venezolana, nació en Barinitas, localidad situada al norte del estado de Barinas, y murió en Caracas. El título de una de sus obras, Voz aislada, del año 1939, sintetiza su actitud vital y estética, a la vez que define su peculiaridad como poeta dentro de la literatura venezolana. Publicó, además, El cristal nervioso (1941), Poemas de una pena(1942), El canto del recuento (1949) y Mandato del canto (1957). Se han hecho varias ediciones de sus obras, desde Poemas perseverantes (1947-1960) hasta las publicaciones póstumas Poesías (1979), Testimonios (1980) y las Obras completas (1987), en dos volúmenes. Los motivos dominantes en su poesía son la relación del sujeto poético con el paisaje, sobre todo la sabana, y los objetos y pequeños hallazgos de la vida cotidiana. Según las palabras de Juan Liscano en su Panorama de la literatura venezolana actual, Enriqueta Arvelo Larriva “encontró la vida en un guijarro, en una brizna que vuela, en la de una fruta, en el reflejo del agua, en el vuelo de pájaro”.
(Venezuela, 1886-1962)
Poeta venezolana, nació en Barinitas, localidad situada al norte del estado de Barinas, y murió en Caracas. El título de una de sus obras, Voz aislada, del año 1939, sintetiza su actitud vital y estética, a la vez que define su peculiaridad como poeta dentro de la literatura venezolana. Publicó, además, El cristal nervioso (1941), Poemas de una pena(1942), El canto del recuento (1949) y Mandato del canto (1957). Se han hecho varias ediciones de sus obras, desde Poemas perseverantes (1947-1960) hasta las publicaciones póstumas Poesías (1979), Testimonios (1980) y las Obras completas (1987), en dos volúmenes. Los motivos dominantes en su poesía son la relación del sujeto poético con el paisaje, sobre todo la sabana, y los objetos y pequeños hallazgos de la vida cotidiana. Según las palabras de Juan Liscano en su Panorama de la literatura venezolana actual, Enriqueta Arvelo Larriva “encontró la vida en un guijarro, en una brizna que vuela, en la de una fruta, en el reflejo del agua, en el vuelo de pájaro”.
LA POÉTICA
DE ENRIQUETA ARVELO LARRIVA
“Me acerqué a candelas de bosques intensos
y una chispa leve en mí escondió el viento."
Caballo de fuego Enriqueta Arvelo Larriva
Emprender ese viaje hacia la profundidad del verbo que acoge como escenario la escritura, es escudriñar en la traslación de los espacios de la intimidad, acontecimiento existencial que sobreviene de lo humano para desembocar en el rictus poético entre paisaje y palabra. La poesía es un evento artístico que prueba propagarse en lo visible, asume otras existencias a través del cuerpo metafísico de la imagen En esta oportunidad la invitada Enriqueta Arvelo Larriva, se adelantó a su tiempo más allá de las vanguardias literarias, ávida lectora de los clásicos de nuestro idioma, acompañada con el deseo de marcar su impronta, de custodiar su soledad con su voz personal, cultivada con total pasión son esas hendijas por las que aquella mujer comenzaría a entretejerse una voz, “Emergían ecos mudos no sembrados”, esas evocaciones que convidan al estremecimiento leve, sin perturbar lo onírico elevándose hacia los sentires que el poema demanda, una anhelante y personal poética de la vida. La palabra que recobra vida en la metáfora, horizonte del reflejo paisaje, cosmos, verbo, estado del alma, invitan al encuentro de lo humano, lo vivido, lo cotidiano apoderándose de los elementos naturales para conjurarlos en el cuerpo-palabra “Yo quiero ser sencilla como el hilo sin perlas, ágil como en la copa es la gota del borde”, esos espacios vacíos que emergen del poema representan la dilatación del silencio que se asienta en la palabra para rebasar “la gota del borde”. En palabras de carrillo (2005), interrogar la palabra implica, a su vez, escrutar sus ausencias, dialogar con el silencio. La plenitud del poema se logra a partir de esos espacios vacíos en los que el hablante regresa al momento previo.
La palabra sumergida de silencios, de voces de ausencias conforman el cuerpo poético de Enriqueta Arvelo Larriva su mejor oficio, Russotto (1993), destaca que la conciencia del oficio poético y su rigurosidad formal que dejaba ver en su discurso Enriqueta Arvelo Larriva, demuestra que a pesar de su sencillez en la escritura respetaba la severidad de la lengua materna, asumida con mucho acatamiento a pesar de la poca conciencia que en esa época se tenía de los estudios literarios. De igual manera Mannarino (1997) opinaba que la escritura de Enriqueta Arvelo al comienzo fue destinada al hogar, ese hogar donde la lectura privada y compartida, era hábito y ejemplo, una escritura hacia un decir contundente y parco, los intentos de comunicación de la poeta tuvieron varios semblantes los cuales va develando en su escenario poético.
En el cristal nervioso (1941), acopia poemas escritos entre 1922 y 1930, reflejando un contexto de desolación intelectual, en el poema Prométeme se evidencia tal situación:
A veces tengo miedo…No de las tiniebla inmediatassino de que se apague mi faro lejano.Miedode que se entierre en la sombra mi guía distante,de que se mueran sus claras señalesen el horizonte que yo vislumbro…
Su insistencia en el cuerpo de palabras que tanto miedo le producía es el horizonte del lenguaje que amenaza, Rodríguez (2005) plantea que el horizonte común es el que permite comprender al lector y al texto. El horizonte que es la tradición de la lengua a la que ambos pertenecen. Por eso la tradición implica un mayor esfuerzo hermenéutico, pues se trata de poner en diálogo a dos tradiciones. En el poema El pugnante llamado se pone en evidencia:
Todo está indescubierto y envejecido en germen.Esquivemos imanes penumbrosos y dulces,el oído salvemos de despejados cantosy entremos en lo bárbaro con el paso sin miedo
Observemos como hace un llamado a la conciencia del lenguaje, como existencia como arma para expresar sentimientos, inquietudes, busca a través de sus poemas una expresión más comunicativa y real, una mayor intuición y naturalidad verbal. Bachelard (1982) estampilla que “Poéticamente, los valores asociados a lo exterior también los puede poseer un interior de alguna manera, "... la miniatura (o lo enterrado) sabe almacenar grandeza. Es vasta a su modo" esto conlleva a esclarecer que la palabra encierra la grandeza de ser comprendida e interpretada por diferentes sujetos.
Así como Enriqueta Arvelo Larriva siente esa preocupación por el horizonte del lenguaje como expresión de mundo, también el poeta Eugenio Montejo lo percibe de igual manera para dejar sentado el compromiso que tiene con la palabra, en el poema la cuadra escribe:" El tacto de la harina en las manos, nocturnas,/ (…) Antes que las palabras fue la cuadra mi vida," hombres de gestos nítidos,/ copos de levadura,/ fraternidad de nuestra antigua sangre./ Los sigo viendo insomnes en la noche,/ ya completan la carga de sus cestos,/ rojea el horno apurándolos./ A punto de la sombra todos se desvanecen,/ casa por casa el pan se repartió,/ la cuadra ahora está llena de libros,/ son los mismos tablones alineados, mirándome,/ gira el silencio blanco en la hora negra,/ va a amanecer, escribo para el mundo que duerme/ la harina me recubre de sollozos las páginas./ ”
Son versos significativos para el mundo escritural de Montejo. Ellos expresan cómo se van “cocinando el pan” y al mismo tiempo "la escritura". Este poema guarda relación con el taller blanco, precisamente es la panadería de su padre el mejor taller de poesía para configurar su poética de la estética de la vida.
Desde esta mirada Enriqueta Arvelo Larriva en sus poemas va dibujando su compostura escritural, dejando divisar la poética de la vida. En el poema Destino del libro voz aislada señala:
Un oscuro impulso incendió mis bosques
¿Quién me dejo sobre las cenizas?
Andaba el viento sin encuentros.
Partieron el cielo pájaros sin nidos.
El último polvo nubló la frontera
Inquieta y sumisa, me quedé en mi voz
La plena conciencia moderna induce a una meta vital y poética , donde el esfuerzo, la paciencia y la inconformidad lo dictan todo y lo reelabora todo, ese estar al corriente de escribir las sencillas y a la vez recónditas palabras del paisaje internalizado, el paisaje sujeto, los altos y bajos sentimientos, todo tentado por una aliento entrecortado donde la duda y el desconcierto, es una constante en todos los temas que atraviesan su poesía, en el amor cerceno o las frescas pasiones de los otros: revisemos el fragmento del poema Llegas:
“Y descanso en la fuga de tus ojos vencidos.
Y soy ligera y simple, como el hilo sin perlas
ágil como la gota del borde”
Este viaje metafórico descansa en el esfuerzo y la paciencia para encontrar su voz, su lugar en el mundo, ella la desampara través de sus poemas, va dando respuesta a esas inquietudes en su poesía, en el poema la Laguna se evidencia:
Aquí está la laguna tremenda, verde.
Aquí está, cerca de la palmera limpia,
Concentrando su hálito
Armándose en mansedumbre
cerrada a los reflejos fieles,
voluptuosa en su lento burbujeo
Hurgando en el cuerpo de la palabra poética de Enriqueta Arvelo Larriva evidenciamos desolación, incertidumbre y una lucha constante con el uso del lenguaje repara su existencia a su vez al texto mismo, obra que se depone para la posteridad y que asume personalidad propia. En ese sentido permite hacer conciencia histórica del contexto de lo que se interpreta. El lenguaje no es aquí primariamente un instrumento sino que es el lugar del develamiento, en palabras de Heidegger "la casa del ser", las palabras no son etiquetas que le ponemos a las cosas, sino que surgen de la percepción significativa y mundanal de las cosas.
La poeta nos involucra en el deseo grande de vivir en incondicional entrega, desprovista de toda envestidura, su morada la palabra comprometida con la escritura libertadora de su conciencia, cantarle a lo humano para ovillarse en su voz poética
Retiro de lo estrecho y delicioso:
Ahora estoy ávida de los grandes cargamentos
de los pesados, crujientes y resinosos cargamentos.
De los que se perfilan,
y de los que bosquejamos en lo blanco
Pienso en los otros, en todos.
En la conciencia del paso del tiempo, retícula la naturaleza –hombre, prodigio existencial, agua, fuego, tierra promueve su finitud poética; ese tiempo que arrolla recuerdos, emociones para conjurar poéticamente pasado, presente o futuro en el vértice del horizonte. “el tiempo quizá sea cíclico y, así, inmortal. Al menos lo es el tiempo de los mitos y los poemas; vuelve sobre sí mismo, se repite. Pero el hombre es finito y no se repite. Lo que sí se repite es la experiencia de la finitud” (Paz, 1985:35). Cada poema va dando respuestas al disentir de lo piadoso, se refleja en el poema: Líneas de primera lluvia
Yo tenía sed
de esta lluvia tendida y fuerte de estreno
Irrumpió en la madrugada propicia...
...Y de pronto
el desconsuelo me muerde la carne estremecida del ánimo.
Todos los días pasarán perdidos y lentos
La conflagración interior por abrazar la multiplicidad de voces lo deja ver Enriqueta en su prosa, como una ruta perenne de encuentro y búsqueda, a sí mismo y a las comarcas de su plenitud, todo ello lo va configurando con otras voces que evidencia su ser su existencia su otredad, en este poema demuestra lo “eterno y Limpio”
Balada de lo que oí:
“No supe quién me lo dijo.
No supe quién me lo dijo.
No corrí tras los detalles
Cuando oí lo infinito
En ese instante se hizo en mí lo armonioso.
Lo que oí va eterno y limpio.”
La soledad como creación y las emociones encontradas que va perfilando Enriqueta Arvelo Larriva en su poesía con tanta profundidad, nos devela ese juego de intimismo y de intemporalidad al paisaje, la tierra su mejor recurso para ser visible lo invisible, tangible lo intangible y de esta manera mezclarse con lo planetario En Emoción y ventaja de la probada profundidad, se pone al descubierto la reclusión como cosmos:
Gracias a los que se fueron por la vereda oscura
moliendo las hojas tostadas.
A los que me dijeron: espéranos bajo ese árbol.
Gracias a los que se fueron a buscar agua para mi sed
y me dejaron ahí
Bebiéndome el agua esencial de un mundo estremecido
Ahora voy indemne entre las gentes
También se puede avizorar el canto a la soledad, la intemperie del alma aferrándose en su profundidad telúrica, buscando su asidero en la palabra donde tierra y ser se integran. Veamos:
Suma de la voz aislada:
“En el aire ancho y aromado ha ido sola mi voz.
En vano busqué ansiosa.
Todas las voces se habían ido.
Ahuecaba mis manos y lanzaba mi voz.
Y salía a recogerla yo misma.”
La poeta nos involucra en su historia, nos captura como lectores, lo dejó claro Gadamer (1999) en poema y diálogo al referirse al oficio del poeta
“la palabra que el poeta captura y a la que confiere conciencia no significa únicamente el éxito artístico que lo consagra como poeta, sino que representa un conjunto de posibilidades de experiencia humana. Permite al lector ser aquel, yo que es el poeta, ya que éste es el yo que todos somos” (p.112)
La obra poética de Enriqueta Arvelo Larriva es el epítome de una cesión. Buscar la oportuna voz en íntimo sembradío y persistir a la espera de su gestación hasta que lazos y compases respondieran a la promesa de palabra bifurcada. En esa travesía poética Enriqueta Arvelo Larriva se une a su ontologización del paisaje, dar una ojeada al paisaje desde una hendija acoplándonos con esa enormidad espiritual.
CONFESIÓN En pleno campo asaltóme el miedo. Y me inquietó el trino claroy el emboscado ruido. El sol en acción, la tendida sombra. La quietud del tronco, el estremecimiento de la rama viva. Y corrí sin ley.Me llevaba el miedo.Las cintas filosas de un cañal tupidome hirieron el rostro.Corría de miedo.Y nadie lo supo.Y me avergüenzo.
La voz desgarrada
El yo lírico de la poeta anuncia la angustia existencial, los miedos la aturden el cosmos es ancho a su medida para conjeturar el vacío, las ausencias, buscando darle voz a lo que no está, lo que ha dejado de existir, añoranzas encendidas en sus metáforas que atesoran vida en sus propios silencios ausentes de todo. Bachelard (1992) avistaba, las palabras sin duda desertan de su origen, y adquieren una vida ajena, una vida adoptada azarosamente a partir de meras comparaciones... los verbos metaforizantes pueden convertir en agentes a los sujetos más dispares.
Palabra e imagen exorcizan la poética de Enriqueta Arvelo Larriva, esas pulsaciones que convidan a una sublimación absoluta, donde la imaginación creadora se pone en su propio dominio“Toda la mañana ha hablado el viento/ una lengua extraordinaria./ He ido hoy en el viento."
En la pasión encerrada, lo onírico, lo erótico de la palabra, Bachelard advierte” Sí, quien vela ante la llama ya no lee. Piensa en la vida piensa en la muerte. La llama es precaria y valiente. Un soplo la apaga, una chispa la enciende. Se observa ese juego dialéctico “Me acerqué a candelas de bosques intensos/ y una chispa leve en mí escondió el viento.", la poeta percibe lo abrasivo de la llama –vida, ese recóndito silencio le atormenta la existencia; luz que nace y que muere.
“Y de pronto/ el desconsuelo me muerde la carne estremecida del ánimo./ Todos los días pasarán perdidos y lentos.”
RFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
Bachelard, Gastón. (l982). La Poética de la Ensoñación. México: Fondo de Cultura Económica.
______(1992). La llama de una vela..Monte Ávila Editores. Caracas Venezuela.
Carrillo, C (2005) El gallo como símbolo poético en la obra de Eugenio Montejo. Eugenio Montejo: aproximaciones a su obra poética (compilación)Colección ciencias humanísticas. Universidad de los Andes. Mérida Venezuela.
Gadamer (1999) Poema y diálogo. Editorial gedisa. Barcelona España
Montejo, E. (1996) Antología poética, Amagalma. Arte editorial. Universidad Autónoma Metropolitana. México. Dto. Federal
Mannarino, C. (1997) Obra poética de Enriqueta Arvelo Larriva (prólogo) la porfía Barinas Venezuela
Rodríguez A (2005) Poética de la interpretación. Colección ciencias humanísticas. Universidad de los Andes. Mérida Venezuela.Russotto, Márgara. (1993) Tópicos de retórica femenina: memoria y pasión del género. Caracas: Monte Ávila editores
Paz, O (1985) Pasión crítica. Barcelona. Seix Barral.
DE ENRIQUETA ARVELO LARRIVA
“Me acerqué a candelas de bosques intensos
y una chispa leve en mí escondió el viento."
Caballo de fuego Enriqueta Arvelo Larriva
Emprender ese viaje hacia la profundidad del verbo que acoge como escenario la escritura, es escudriñar en la traslación de los espacios de la intimidad, acontecimiento existencial que sobreviene de lo humano para desembocar en el rictus poético entre paisaje y palabra. La poesía es un evento artístico que prueba propagarse en lo visible, asume otras existencias a través del cuerpo metafísico de la imagen En esta oportunidad la invitada Enriqueta Arvelo Larriva, se adelantó a su tiempo más allá de las vanguardias literarias, ávida lectora de los clásicos de nuestro idioma, acompañada con el deseo de marcar su impronta, de custodiar su soledad con su voz personal, cultivada con total pasión son esas hendijas por las que aquella mujer comenzaría a entretejerse una voz, “Emergían ecos mudos no sembrados”, esas evocaciones que convidan al estremecimiento leve, sin perturbar lo onírico elevándose hacia los sentires que el poema demanda, una anhelante y personal poética de la vida. La palabra que recobra vida en la metáfora, horizonte del reflejo paisaje, cosmos, verbo, estado del alma, invitan al encuentro de lo humano, lo vivido, lo cotidiano apoderándose de los elementos naturales para conjurarlos en el cuerpo-palabra “Yo quiero ser sencilla como el hilo sin perlas, ágil como en la copa es la gota del borde”, esos espacios vacíos que emergen del poema representan la dilatación del silencio que se asienta en la palabra para rebasar “la gota del borde”. En palabras de carrillo (2005), interrogar la palabra implica, a su vez, escrutar sus ausencias, dialogar con el silencio. La plenitud del poema se logra a partir de esos espacios vacíos en los que el hablante regresa al momento previo.
La palabra sumergida de silencios, de voces de ausencias conforman el cuerpo poético de Enriqueta Arvelo Larriva su mejor oficio, Russotto (1993), destaca que la conciencia del oficio poético y su rigurosidad formal que dejaba ver en su discurso Enriqueta Arvelo Larriva, demuestra que a pesar de su sencillez en la escritura respetaba la severidad de la lengua materna, asumida con mucho acatamiento a pesar de la poca conciencia que en esa época se tenía de los estudios literarios. De igual manera Mannarino (1997) opinaba que la escritura de Enriqueta Arvelo al comienzo fue destinada al hogar, ese hogar donde la lectura privada y compartida, era hábito y ejemplo, una escritura hacia un decir contundente y parco, los intentos de comunicación de la poeta tuvieron varios semblantes los cuales va develando en su escenario poético.
En el cristal nervioso (1941), acopia poemas escritos entre 1922 y 1930, reflejando un contexto de desolación intelectual, en el poema Prométeme se evidencia tal situación:
A veces tengo miedo…No de las tiniebla inmediatassino de que se apague mi faro lejano.Miedode que se entierre en la sombra mi guía distante,de que se mueran sus claras señalesen el horizonte que yo vislumbro…
Su insistencia en el cuerpo de palabras que tanto miedo le producía es el horizonte del lenguaje que amenaza, Rodríguez (2005) plantea que el horizonte común es el que permite comprender al lector y al texto. El horizonte que es la tradición de la lengua a la que ambos pertenecen. Por eso la tradición implica un mayor esfuerzo hermenéutico, pues se trata de poner en diálogo a dos tradiciones. En el poema El pugnante llamado se pone en evidencia:
Todo está indescubierto y envejecido en germen.Esquivemos imanes penumbrosos y dulces,el oído salvemos de despejados cantosy entremos en lo bárbaro con el paso sin miedo
Observemos como hace un llamado a la conciencia del lenguaje, como existencia como arma para expresar sentimientos, inquietudes, busca a través de sus poemas una expresión más comunicativa y real, una mayor intuición y naturalidad verbal. Bachelard (1982) estampilla que “Poéticamente, los valores asociados a lo exterior también los puede poseer un interior de alguna manera, "... la miniatura (o lo enterrado) sabe almacenar grandeza. Es vasta a su modo" esto conlleva a esclarecer que la palabra encierra la grandeza de ser comprendida e interpretada por diferentes sujetos.
Así como Enriqueta Arvelo Larriva siente esa preocupación por el horizonte del lenguaje como expresión de mundo, también el poeta Eugenio Montejo lo percibe de igual manera para dejar sentado el compromiso que tiene con la palabra, en el poema la cuadra escribe:" El tacto de la harina en las manos, nocturnas,/ (…) Antes que las palabras fue la cuadra mi vida," hombres de gestos nítidos,/ copos de levadura,/ fraternidad de nuestra antigua sangre./ Los sigo viendo insomnes en la noche,/ ya completan la carga de sus cestos,/ rojea el horno apurándolos./ A punto de la sombra todos se desvanecen,/ casa por casa el pan se repartió,/ la cuadra ahora está llena de libros,/ son los mismos tablones alineados, mirándome,/ gira el silencio blanco en la hora negra,/ va a amanecer, escribo para el mundo que duerme/ la harina me recubre de sollozos las páginas./ ”
Son versos significativos para el mundo escritural de Montejo. Ellos expresan cómo se van “cocinando el pan” y al mismo tiempo "la escritura". Este poema guarda relación con el taller blanco, precisamente es la panadería de su padre el mejor taller de poesía para configurar su poética de la estética de la vida.
Desde esta mirada Enriqueta Arvelo Larriva en sus poemas va dibujando su compostura escritural, dejando divisar la poética de la vida. En el poema Destino del libro voz aislada señala:
Un oscuro impulso incendió mis bosques
¿Quién me dejo sobre las cenizas?
Andaba el viento sin encuentros.
Partieron el cielo pájaros sin nidos.
El último polvo nubló la frontera
Inquieta y sumisa, me quedé en mi voz
La plena conciencia moderna induce a una meta vital y poética , donde el esfuerzo, la paciencia y la inconformidad lo dictan todo y lo reelabora todo, ese estar al corriente de escribir las sencillas y a la vez recónditas palabras del paisaje internalizado, el paisaje sujeto, los altos y bajos sentimientos, todo tentado por una aliento entrecortado donde la duda y el desconcierto, es una constante en todos los temas que atraviesan su poesía, en el amor cerceno o las frescas pasiones de los otros: revisemos el fragmento del poema Llegas:
“Y descanso en la fuga de tus ojos vencidos.
Y soy ligera y simple, como el hilo sin perlas
ágil como la gota del borde”
Este viaje metafórico descansa en el esfuerzo y la paciencia para encontrar su voz, su lugar en el mundo, ella la desampara través de sus poemas, va dando respuesta a esas inquietudes en su poesía, en el poema la Laguna se evidencia:
Aquí está la laguna tremenda, verde.
Aquí está, cerca de la palmera limpia,
Concentrando su hálito
Armándose en mansedumbre
cerrada a los reflejos fieles,
voluptuosa en su lento burbujeo
Hurgando en el cuerpo de la palabra poética de Enriqueta Arvelo Larriva evidenciamos desolación, incertidumbre y una lucha constante con el uso del lenguaje repara su existencia a su vez al texto mismo, obra que se depone para la posteridad y que asume personalidad propia. En ese sentido permite hacer conciencia histórica del contexto de lo que se interpreta. El lenguaje no es aquí primariamente un instrumento sino que es el lugar del develamiento, en palabras de Heidegger "la casa del ser", las palabras no son etiquetas que le ponemos a las cosas, sino que surgen de la percepción significativa y mundanal de las cosas.
La poeta nos involucra en el deseo grande de vivir en incondicional entrega, desprovista de toda envestidura, su morada la palabra comprometida con la escritura libertadora de su conciencia, cantarle a lo humano para ovillarse en su voz poética
Retiro de lo estrecho y delicioso:
Ahora estoy ávida de los grandes cargamentos
de los pesados, crujientes y resinosos cargamentos.
De los que se perfilan,
y de los que bosquejamos en lo blanco
Pienso en los otros, en todos.
En la conciencia del paso del tiempo, retícula la naturaleza –hombre, prodigio existencial, agua, fuego, tierra promueve su finitud poética; ese tiempo que arrolla recuerdos, emociones para conjurar poéticamente pasado, presente o futuro en el vértice del horizonte. “el tiempo quizá sea cíclico y, así, inmortal. Al menos lo es el tiempo de los mitos y los poemas; vuelve sobre sí mismo, se repite. Pero el hombre es finito y no se repite. Lo que sí se repite es la experiencia de la finitud” (Paz, 1985:35). Cada poema va dando respuestas al disentir de lo piadoso, se refleja en el poema: Líneas de primera lluvia
Yo tenía sed
de esta lluvia tendida y fuerte de estreno
Irrumpió en la madrugada propicia...
...Y de pronto
el desconsuelo me muerde la carne estremecida del ánimo.
Todos los días pasarán perdidos y lentos
La conflagración interior por abrazar la multiplicidad de voces lo deja ver Enriqueta en su prosa, como una ruta perenne de encuentro y búsqueda, a sí mismo y a las comarcas de su plenitud, todo ello lo va configurando con otras voces que evidencia su ser su existencia su otredad, en este poema demuestra lo “eterno y Limpio”
Balada de lo que oí:
“No supe quién me lo dijo.
No supe quién me lo dijo.
No corrí tras los detalles
Cuando oí lo infinito
En ese instante se hizo en mí lo armonioso.
Lo que oí va eterno y limpio.”
La soledad como creación y las emociones encontradas que va perfilando Enriqueta Arvelo Larriva en su poesía con tanta profundidad, nos devela ese juego de intimismo y de intemporalidad al paisaje, la tierra su mejor recurso para ser visible lo invisible, tangible lo intangible y de esta manera mezclarse con lo planetario En Emoción y ventaja de la probada profundidad, se pone al descubierto la reclusión como cosmos:
Gracias a los que se fueron por la vereda oscura
moliendo las hojas tostadas.
A los que me dijeron: espéranos bajo ese árbol.
Gracias a los que se fueron a buscar agua para mi sed
y me dejaron ahí
Bebiéndome el agua esencial de un mundo estremecido
Ahora voy indemne entre las gentes
También se puede avizorar el canto a la soledad, la intemperie del alma aferrándose en su profundidad telúrica, buscando su asidero en la palabra donde tierra y ser se integran. Veamos:
Suma de la voz aislada:
“En el aire ancho y aromado ha ido sola mi voz.
En vano busqué ansiosa.
Todas las voces se habían ido.
Ahuecaba mis manos y lanzaba mi voz.
Y salía a recogerla yo misma.”
La poeta nos involucra en su historia, nos captura como lectores, lo dejó claro Gadamer (1999) en poema y diálogo al referirse al oficio del poeta
“la palabra que el poeta captura y a la que confiere conciencia no significa únicamente el éxito artístico que lo consagra como poeta, sino que representa un conjunto de posibilidades de experiencia humana. Permite al lector ser aquel, yo que es el poeta, ya que éste es el yo que todos somos” (p.112)
La obra poética de Enriqueta Arvelo Larriva es el epítome de una cesión. Buscar la oportuna voz en íntimo sembradío y persistir a la espera de su gestación hasta que lazos y compases respondieran a la promesa de palabra bifurcada. En esa travesía poética Enriqueta Arvelo Larriva se une a su ontologización del paisaje, dar una ojeada al paisaje desde una hendija acoplándonos con esa enormidad espiritual.
CONFESIÓN En pleno campo asaltóme el miedo. Y me inquietó el trino claroy el emboscado ruido. El sol en acción, la tendida sombra. La quietud del tronco, el estremecimiento de la rama viva. Y corrí sin ley.Me llevaba el miedo.Las cintas filosas de un cañal tupidome hirieron el rostro.Corría de miedo.Y nadie lo supo.Y me avergüenzo.
La voz desgarrada
El yo lírico de la poeta anuncia la angustia existencial, los miedos la aturden el cosmos es ancho a su medida para conjeturar el vacío, las ausencias, buscando darle voz a lo que no está, lo que ha dejado de existir, añoranzas encendidas en sus metáforas que atesoran vida en sus propios silencios ausentes de todo. Bachelard (1992) avistaba, las palabras sin duda desertan de su origen, y adquieren una vida ajena, una vida adoptada azarosamente a partir de meras comparaciones... los verbos metaforizantes pueden convertir en agentes a los sujetos más dispares.
Palabra e imagen exorcizan la poética de Enriqueta Arvelo Larriva, esas pulsaciones que convidan a una sublimación absoluta, donde la imaginación creadora se pone en su propio dominio“Toda la mañana ha hablado el viento/ una lengua extraordinaria./ He ido hoy en el viento."
En la pasión encerrada, lo onírico, lo erótico de la palabra, Bachelard advierte” Sí, quien vela ante la llama ya no lee. Piensa en la vida piensa en la muerte. La llama es precaria y valiente. Un soplo la apaga, una chispa la enciende. Se observa ese juego dialéctico “Me acerqué a candelas de bosques intensos/ y una chispa leve en mí escondió el viento.", la poeta percibe lo abrasivo de la llama –vida, ese recóndito silencio le atormenta la existencia; luz que nace y que muere.
“Y de pronto/ el desconsuelo me muerde la carne estremecida del ánimo./ Todos los días pasarán perdidos y lentos.”
RFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
Bachelard, Gastón. (l982). La Poética de la Ensoñación. México: Fondo de Cultura Económica.
______(1992). La llama de una vela..Monte Ávila Editores. Caracas Venezuela.
Carrillo, C (2005) El gallo como símbolo poético en la obra de Eugenio Montejo. Eugenio Montejo: aproximaciones a su obra poética (compilación)Colección ciencias humanísticas. Universidad de los Andes. Mérida Venezuela.
Gadamer (1999) Poema y diálogo. Editorial gedisa. Barcelona España
Montejo, E. (1996) Antología poética, Amagalma. Arte editorial. Universidad Autónoma Metropolitana. México. Dto. Federal
Mannarino, C. (1997) Obra poética de Enriqueta Arvelo Larriva (prólogo) la porfía Barinas Venezuela
Rodríguez A (2005) Poética de la interpretación. Colección ciencias humanísticas. Universidad de los Andes. Mérida Venezuela.Russotto, Márgara. (1993) Tópicos de retórica femenina: memoria y pasión del género. Caracas: Monte Ávila editores
Paz, O (1985) Pasión crítica. Barcelona. Seix Barral.