lunes, 24 de septiembre de 2007

ENRIQUETA ARVELO LARRIVA

ENSAYO



Enriqueta Arvelo Larriva
(Venezuela, 1886-1962)


Poeta venezolana, nació en Barinitas, localidad situada al norte del estado de Barinas, y murió en Caracas. El título de una de sus obras, Voz aislada, del año 1939, sintetiza su actitud vital y estética, a la vez que define su peculiaridad como poeta dentro de la literatura venezolana. Publicó, además, El cristal nervioso (1941), Poemas de una pena(1942), El canto del recuento (1949) y Mandato del canto (1957). Se han hecho varias ediciones de sus obras, desde Poemas perseverantes (1947-1960) hasta las publicaciones póstumas Poesías (1979), Testimonios (1980) y las Obras completas (1987), en dos volúmenes. Los motivos dominantes en su poesía son la relación del sujeto poético con el paisaje, sobre todo la sabana, y los objetos y pequeños hallazgos de la vida cotidiana. Según las palabras de Juan Liscano en su Panorama de la literatura venezolana actual, Enriqueta Arvelo Larriva “encontró la vida en un guijarro, en una brizna que vuela, en la de una fruta, en el reflejo del agua, en el vuelo de pájaro”.






LA POÉTICA
DE ENRIQUETA ARVELO LARRIVA

Me acerqué a candelas de bosques intensos
y una chispa leve en mí escondió el viento."
Caballo de fuego Enriqueta Arvelo Larriva


Emprender ese viaje hacia la profundidad del verbo que acoge como escenario la escritura, es escudriñar en la traslación de los espacios de la intimidad, acontecimiento existencial que sobreviene de lo humano para desembocar en el rictus poético entre paisaje y palabra. La poesía es un evento artístico que prueba propagarse en lo visible, asume otras existencias a través del cuerpo metafísico de la imagen En esta oportunidad la invitada Enriqueta Arvelo Larriva, se adelantó a su tiempo más allá de las vanguardias literarias, ávida lectora de los clásicos de nuestro idioma, acompañada con el deseo de marcar su impronta, de custodiar su soledad con su voz personal, cultivada con total pasión son esas hendijas por las que aquella mujer comenzaría a entretejerse una voz, “Emergían ecos mudos no sembrados”, esas evocaciones que convidan al estremecimiento leve, sin perturbar lo onírico elevándose hacia los sentires que el poema demanda, una anhelante y personal poética de la vida. La palabra que recobra vida en la metáfora, horizonte del reflejo paisaje, cosmos, verbo, estado del alma, invitan al encuentro de lo humano, lo vivido, lo cotidiano apoderándose de los elementos naturales para conjurarlos en el cuerpo-palabra “Yo quiero ser sencilla como el hilo sin perlas, ágil como en la copa es la gota del borde”, esos espacios vacíos que emergen del poema representan la dilatación del silencio que se asienta en la palabra para rebasar “la gota del borde”. En palabras de carrillo (2005), interrogar la palabra implica, a su vez, escrutar sus ausencias, dialogar con el silencio. La plenitud del poema se logra a partir de esos espacios vacíos en los que el hablante regresa al momento previo.
La palabra sumergida de silencios, de voces de ausencias conforman el cuerpo poético de Enriqueta Arvelo Larriva su mejor oficio, Russotto (1993), destaca que la conciencia del oficio poético y su rigurosidad formal que dejaba ver en su discurso Enriqueta Arvelo Larriva, demuestra que a pesar de su sencillez en la escritura respetaba la severidad de la lengua materna, asumida con mucho acatamiento a pesar de la poca conciencia que en esa época se tenía de los estudios literarios. De igual manera Mannarino (1997) opinaba que la escritura de Enriqueta Arvelo al comienzo fue destinada al hogar, ese hogar donde la lectura privada y compartida, era hábito y ejemplo, una escritura hacia un decir contundente y parco, los intentos de comunicación de la poeta tuvieron varios semblantes los cuales va develando en su escenario poético.
En el cristal nervioso (1941), acopia poemas escritos entre 1922 y 1930, reflejando un contexto de desolación intelectual, en el poema Prométeme se evidencia tal situación:
A veces tengo miedo…No de las tiniebla inmediatassino de que se apague mi faro lejano.Miedode que se entierre en la sombra mi guía distante,de que se mueran sus claras señalesen el horizonte que yo vislumbro…
Su insistencia en el cuerpo de palabras que tanto miedo le producía es el horizonte del lenguaje que amenaza, Rodríguez (2005) plantea que el horizonte común es el que permite comprender al lector y al texto. El horizonte que es la tradición de la lengua a la que ambos pertenecen. Por eso la tradición implica un mayor esfuerzo hermenéutico, pues se trata de poner en diálogo a dos tradiciones. En el poema El pugnante llamado se pone en evidencia:
Todo está indescubierto y envejecido en germen.Esquivemos imanes penumbrosos y dulces,el oído salvemos de despejados cantosy entremos en lo bárbaro con el paso sin miedo
Observemos como hace un llamado a la conciencia del lenguaje, como existencia como arma para expresar sentimientos, inquietudes, busca a través de sus poemas una expresión más comunicativa y real, una mayor intuición y naturalidad verbal. Bachelard (1982) estampilla que “Poéticamente, los valores asociados a lo exterior también los puede poseer un interior de alguna manera, "... la miniatura (o lo enterrado) sabe almacenar grandeza. Es vasta a su modo" esto conlleva a esclarecer que la palabra encierra la grandeza de ser comprendida e interpretada por diferentes sujetos.
Así como Enriqueta Arvelo Larriva siente esa preocupación por el horizonte del lenguaje como expresión de mundo, también el poeta Eugenio Montejo lo percibe de igual manera para dejar sentado el compromiso que tiene con la palabra, en el poema la cuadra escribe:" El tacto de la harina en las manos, nocturnas,/ (…) Antes que las palabras fue la cuadra mi vida," hombres de gestos nítidos,/ copos de levadura,/ fraternidad de nuestra antigua sangre./ Los sigo viendo insomnes en la noche,/ ya completan la carga de sus cestos,/ rojea el horno apurándolos./ A punto de la sombra todos se desvanecen,/ casa por casa el pan se repartió,/ la cuadra ahora está llena de libros,/ son los mismos tablones alineados, mirándome,/ gira el silencio blanco en la hora negra,/ va a amanecer, escribo para el mundo que duerme/ la harina me recubre de sollozos las páginas./ ”
Son versos significativos para el mundo escritural de Montejo. Ellos expresan cómo se van “cocinando el pan” y al mismo tiempo "la escritura". Este poema guarda relación con el taller blanco, precisamente es la panadería de su padre el mejor taller de poesía para configurar su poética de la estética de la vida.
Desde esta mirada Enriqueta Arvelo Larriva en sus poemas va dibujando su compostura escritural, dejando divisar la poética de la vida. En el poema Destino del libro voz aislada señala:
Un oscuro impulso incendió mis bosques
¿Quién me dejo sobre las cenizas?
Andaba el viento sin encuentros.
Partieron el cielo pájaros sin nidos.
El último polvo nubló la frontera
Inquieta y sumisa, me quedé en mi voz

La plena conciencia moderna induce a una meta vital y poética , donde el esfuerzo, la paciencia y la inconformidad lo dictan todo y lo reelabora todo, ese estar al corriente de escribir las sencillas y a la vez recónditas palabras del paisaje internalizado, el paisaje sujeto, los altos y bajos sentimientos, todo tentado por una aliento entrecortado donde la duda y el desconcierto, es una constante en todos los temas que atraviesan su poesía, en el amor cerceno o las frescas pasiones de los otros: revisemos el fragmento del poema Llegas:
“Y descanso en la fuga de tus ojos vencidos.
Y soy ligera y simple, como el hilo sin perlas
ágil como la gota del borde”

Este viaje metafórico descansa en el esfuerzo y la paciencia para encontrar su voz, su lugar en el mundo, ella la desampara través de sus poemas, va dando respuesta a esas inquietudes en su poesía, en el poema la Laguna se evidencia:
Aquí está la laguna tremenda, verde.
Aquí está, cerca de la palmera limpia,
Concentrando su hálito
Armándose en mansedumbre
cerrada a los reflejos fieles,
voluptuosa en su lento burbujeo

Hurgando en el cuerpo de la palabra poética de Enriqueta Arvelo Larriva evidenciamos desolación, incertidumbre y una lucha constante con el uso del lenguaje repara su existencia a su vez al texto mismo, obra que se depone para la posteridad y que asume personalidad propia. En ese sentido permite hacer conciencia histórica del contexto de lo que se interpreta. El lenguaje no es aquí primariamente un instrumento sino que es el lugar del develamiento, en palabras de Heidegger "la casa del ser", las palabras no son etiquetas que le ponemos a las cosas, sino que surgen de la percepción significativa y mundanal de las cosas.
La poeta nos involucra en el deseo grande de vivir en incondicional entrega, desprovista de toda envestidura, su morada la palabra comprometida con la escritura libertadora de su conciencia, cantarle a lo humano para ovillarse en su voz poética
Retiro de lo estrecho y delicioso:
Ahora estoy ávida de los grandes cargamentos
de los pesados, crujientes y resinosos cargamentos.
De los que se perfilan,
y de los que bosquejamos en lo blanco
Pienso en los otros, en todos.

En la conciencia del paso del tiempo, retícula la naturaleza –hombre, prodigio existencial, agua, fuego, tierra promueve su finitud poética; ese tiempo que arrolla recuerdos, emociones para conjurar poéticamente pasado, presente o futuro en el vértice del horizonte. “el tiempo quizá sea cíclico y, así, inmortal. Al menos lo es el tiempo de los mitos y los poemas; vuelve sobre sí mismo, se repite. Pero el hombre es finito y no se repite. Lo que sí se repite es la experiencia de la finitud” (Paz, 1985:35). Cada poema va dando respuestas al disentir de lo piadoso, se refleja en el poema: Líneas de primera lluvia
Yo tenía sed
de esta lluvia tendida y fuerte de estreno
Irrumpió en la madrugada propicia...
...Y de pronto
el desconsuelo me muerde la carne estremecida del ánimo.
Todos los días pasarán perdidos y lentos

La conflagración interior por abrazar la multiplicidad de voces lo deja ver Enriqueta en su prosa, como una ruta perenne de encuentro y búsqueda, a sí mismo y a las comarcas de su plenitud, todo ello lo va configurando con otras voces que evidencia su ser su existencia su otredad, en este poema demuestra lo “eterno y Limpio”
Balada de lo que oí:
“No supe quién me lo dijo.
No supe quién me lo dijo.
No corrí tras los detalles
Cuando oí lo infinito
En ese instante se hizo en mí lo armonioso.
Lo que oí va eterno y limpio.”

La soledad como creación y las emociones encontradas que va perfilando Enriqueta Arvelo Larriva en su poesía con tanta profundidad, nos devela ese juego de intimismo y de intemporalidad al paisaje, la tierra su mejor recurso para ser visible lo invisible, tangible lo intangible y de esta manera mezclarse con lo planetario En Emoción y ventaja de la probada profundidad, se pone al descubierto la reclusión como cosmos:

Gracias a los que se fueron por la vereda oscura
moliendo las hojas tostadas.
A los que me dijeron: espéranos bajo ese árbol.
Gracias a los que se fueron a buscar agua para mi sed
y me dejaron ahí
Bebiéndome el agua esencial de un mundo estremecido
Ahora voy indemne entre las gentes
También se puede avizorar el canto a la soledad, la intemperie del alma aferrándose en su profundidad telúrica, buscando su asidero en la palabra donde tierra y ser se integran. Veamos:
Suma de la voz aislada:
“En el aire ancho y aromado ha ido sola mi voz.
En vano busqué ansiosa.
Todas las voces se habían ido.
Ahuecaba mis manos y lanzaba mi voz.
Y salía a recogerla yo misma.”

La poeta nos involucra en su historia, nos captura como lectores, lo dejó claro Gadamer (1999) en poema y diálogo al referirse al oficio del poeta
“la palabra que el poeta captura y a la que confiere conciencia no significa únicamente el éxito artístico que lo consagra como poeta, sino que representa un conjunto de posibilidades de experiencia humana. Permite al lector ser aquel, yo que es el poeta, ya que éste es el yo que todos somos” (p.112)


La obra poética de Enriqueta Arvelo Larriva es el epítome de una cesión. Buscar la oportuna voz en íntimo sembradío y persistir a la espera de su gestación hasta que lazos y compases respondieran a la promesa de palabra bifurcada. En esa travesía poética Enriqueta Arvelo Larriva se une a su ontologización del paisaje, dar una ojeada al paisaje desde una hendija acoplándonos con esa enormidad espiritual.
CONFESIÓN En pleno campo asaltóme el miedo. Y me inquietó el trino claroy el emboscado ruido. El sol en acción, la tendida sombra. La quietud del tronco, el estremecimiento de la rama viva. Y corrí sin ley.Me llevaba el miedo.Las cintas filosas de un cañal tupidome hirieron el rostro.Corría de miedo.Y nadie lo supo.Y me avergüenzo.
La voz desgarrada


El yo lírico de la poeta anuncia la angustia existencial, los miedos la aturden el cosmos es ancho a su medida para conjeturar el vacío, las ausencias, buscando darle voz a lo que no está, lo que ha dejado de existir, añoranzas encendidas en sus metáforas que atesoran vida en sus propios silencios ausentes de todo. Bachelard (1992) avistaba, las palabras sin duda desertan de su origen, y adquieren una vida ajena, una vida adoptada azarosamente a partir de meras comparaciones... los verbos metaforizantes pueden convertir en agentes a los sujetos más dispares.
Palabra e imagen exorcizan la poética de Enriqueta Arvelo Larriva, esas pulsaciones que convidan a una sublimación absoluta, donde la imaginación creadora se pone en su propio dominio“Toda la mañana ha hablado el viento/ una lengua extraordinaria./ He ido hoy en el viento."
En la pasión encerrada, lo onírico, lo erótico de la palabra, Bachelard advierte” Sí, quien vela ante la llama ya no lee. Piensa en la vida piensa en la muerte. La llama es precaria y valiente. Un soplo la apaga, una chispa la enciende. Se observa ese juego dialéctico “Me acerqué a candelas de bosques intensos/ y una chispa leve en mí escondió el viento.", la poeta percibe lo abrasivo de la llama –vida, ese recóndito silencio le atormenta la existencia; luz que nace y que muere.
“Y de pronto/ el desconsuelo me muerde la carne estremecida del ánimo./ Todos los días pasarán perdidos y lentos.”

RFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

Bachelard, Gastón. (l982). La Poética de la Ensoñación. México: Fondo de Cultura Económica.
______(1992). La llama de una vela..Monte Ávila Editores. Caracas Venezuela.
Carrillo, C (2005) El gallo como símbolo poético en la obra de Eugenio Montejo. Eugenio Montejo: aproximaciones a su obra poética (compilación)Colección ciencias humanísticas. Universidad de los Andes. Mérida Venezuela.
Gadamer (1999) Poema y diálogo. Editorial gedisa. Barcelona España
Montejo, E. (1996) Antología poética, Amagalma. Arte editorial. Universidad Autónoma Metropolitana. México. Dto. Federal
Mannarino, C. (1997) Obra poética de Enriqueta Arvelo Larriva (prólogo) la porfía Barinas Venezuela
Rodríguez A (2005) Poética de la interpretación. Colección ciencias humanísticas. Universidad de los Andes. Mérida Venezuela.Russotto, Márgara. (1993) Tópicos de retórica femenina: memoria y pasión del género. Caracas: Monte Ávila editores
Paz, O (1985) Pasión crítica. Barcelona. Seix Barral.

lunes, 17 de septiembre de 2007

ENSAYO SOBRE LYDDA FRANCO FARÍAS

LYDDA FRANCO FARÍAS
VOZ Y PRESENCIA FEMENINA EN LA REVUELTA ÉSTETICA
Estoy subestimando las posibilidades
de empezar a cantar con voz distinta ahora
soy un químico impaciente vierto frases extrañas”
Poemas Circunstanciales. L. F .F


La escritora contemporánea crea universos que corresponden a sus propios valores, sin negar su fisiología y desde su figura de mujer. El resultado es un nuevo canon en la literatura: una imagen de la realidad cautivada con ojos de mujer y plasmada con su propio discurso.
Representación que no había estado totalmente ausente de la literatura anterior pero que ahora se conforma en una variedad de textos publicados, los que han llegado a formar un corpus con su conveniente contexto, su apropiada voz y su propia visión, la cual debe ser juzgada por sus adecuados méritos.
Venezuela es un país de poetas prominentes, pero nadie ha portado su identidad creadora con más gentileza y talento que los hombres y mujeres nacidos en los Estados de frontera. Generaciones ubicadas entre los años 50 y 80 bastaron para que este país fuera reconocido como conveniente cultor de la palabra poética.
La poeta Lydda Franco Farías, mujer venezolana nacida en la Sierra de San Luis (Estado Falcón) en el año 1943, se radicó en Maracaibo y fallece en el año 2004, fue una poeta combativa en el mejor sentido de la palabra, ganadora de premios regionales y nacionales en poesía. Entre su obra poética se encuentra: Poemas circunstanciales, Summarius Prosa poética, Recordar a los dormidos, Descalabros en obertura mientras ejercito mi cuartada, Bolero a media luz y Antología poética.
La poesía de Lydda Franco Farías, nos muestra su intimidad, su interioridad reflexiva, existencial, dejando ver su preocupación por lo social:

“que hacer si no hay espacio para el grito postergado
Si la violencia está incubada en las axila
Si el amor se está licuando en la saliva...”. (Poemas circunstanciales, 1965)

La voz de Lydda emerge del ocultamiento, las interrogantes que muestra en su poema afloran un momento coyuntural de los años 60 en Venezuela, la poeta combinó la política con la poesía, es una manera de sobrevivirse, de liberarse de las estructuras rígidas de la sociedad y de su propio inconsciente. Los insurrectos son los que aleccionan una revolución confinada dentro de un régimen o estructura de poder establecido. Adeptos de una ideología específica pueden funcionar como revoltosos dentro de su propio partido político para efectuar cambio ideológico dentro del partido. En poemas circunstanciales deja ver su postura como mujer luchadora, incansable:
“No nací para ocupar un espacio y nada más
Ignoro cual será mi participación
me tocó ser mujer y no me quejo,
me tocó caer en la humedad del tiempo,
en la inhóspita sequedad de los caminos
pero aquí me quedo
entre escombros y desperdicios,”

Lo insubordinado se cuela en su poesía se convierte en tácticas escriturales para expresar su inconformidad, utilizando en su revuelta estética la ironía: “digan que no encuentro los pies/ que el reloj se detuvo/ que fui tras el rastro”, acá revela su valentía de mujer comprometida con su mundo, su ideología y responsabilidad social.
La poesía social vislumbra que el poeta no ofrece soluciones, sino que denuncia con su himno la tonalidad de injusticias que atañen al Mortal; parte de un realismo, en el sentido de observar y sentir al mundo en un contexto histórico determinado, pero no se une a las problemáticas sociales a través de la piedad o caridad, virtudes cristianas que pueden ser individualistas; ya que —establecen los teóricos de la poesía social—, ésta es ante todo, colectiva.

PALABRA Y COMPROMISO

Para Szymborska, (1997) la poesía es una huída y una entrega al mundo; la pérdida y la salvación; la desesperación y la esperanza. Para Lydda la palabra estaba comprometida con el mundo con la sociedad que le tocó vivir. …
En palabras de Octavio Paz (1965) “una sociedad sin poesía carecería de lenguaje: todos dirían la misma cosa o ninguno hablaría, sociedad trashumana en la que todos serían uno o cada uno sería un todo autosuficiente. Una poesía sin sociedad sería un poema sin autor, sin lector y, en rigor, sin palabras”.
En el caso de la mujer poeta, inmersa en el contexto que le ha tocado coexistir, no sólo padece la realidad social, sino que la compadece, está movida por el dolor ajeno, y es en ese compadecerse de las injusticias del mundo, que toma conciencia de sí misma, pues no le es ajena su situación de marginación histórica.
En la escritura de Lydda Franco no hay dispersiones verbales ni proyecciones mágicas, ni hedonismo lírico. Se trata de una honda y dolorosa intimidad expresada a la fuerza, por necesidad de comunicación, para no estallar; de humanísima, cansada y terrenal dimensión; de escritura parca y directa como su propósito de hablar desde una última instancia:

“destruyan mi epidermis resentida, despedacen mis sueños,
mi alegría,
aniquílenme…
porque un día aparecí sobre la tierra
y tuve voz y grité
y tuve fronteras y no quise despertar sin ellas
y tuve armas y allí están
perfiladas, inmóviles, ariscas (Poemas circunstanciales, 1965)

Desde esa posibilidad de morir y renacer constantemente y sin sentido preciso de la vida, entre los objetos de uso cotidiano, la soledad, escritura de una insondable emoción interior, una irrefutable naturalidad.

PROTESTA Y LÍMITE
Mandrillo (2004) “señala que si existiese la categoría, bien podría afirmarse que la poesía de Lydda Franco es una poesía de protesta. Pero una protesta llevada al límite de su madurez estética”. Con esta postura se puede inferir que la poeta utilizó la poesía como una estética de vida, con su palabra hace un llamado de conciencia:

“esta gente tiene la piel de las victorias pasadas no asimila
esta gente feliz sueña con héroes de la independencia en
esta ciudad nadie mata” (Las armas blancas, 1965)

En este orden de ideas Carrillo (2005) advierte que Las neovanguardias venezolanas en la década del sesenta manifestaron un marcado carácter subversivo. Algunos poetas asumieron una postura extrema; se centraron en la temática socio-política y acudieron a procedimientos textuales que enfatizaban la intención transgresora.
Por otro lado Paz (1986) acuñaba que la “la poesía contemporánea se mueve entre dos polos: por una parte, es una profunda afirmación de los valores mágicos; por la otra una vocación revolucionaria.”. Más adelante señala que la “Revolución apenas si tiene ideas. Es un estallido de la realidad: una revuelta y una comunión, un trasegar de viejas sustancias dormidas, un salir al aire muchas ferocidades, muchas ternuras y muchas finuras ocultas por el miedo a ser.
Con esta configuración se puede señalar que Lydda Franco, filtraba lo subversivo en su poesía, utilizando como recurso la ironía para mostrar su rebeldía e inconformidad:

“Dentro de un cuarto de hora de este agujero saldrá la primera hormiga
el gusano de seda una mariposa gigante sobrevolará el país y lo regará
de polen una mariposa radiactiva a la que todos tratarán de
cazar para salvarse”. (Summarius, 1985)

"LO QUE BUSCAMO GOLPEA"...

Según Gackstetter (2003). En definitiva, desde Calcaño hasta hoy, las poetas venezolanas de la segunda mitad del siglo veinte no viven vidas de desesperación quieta, sino que empiezan a gritar a la sociedad que las reprime. Como insurgentes, usan uno de los mismos discursos del poder social; la poesía, para ampliar sus voces.
Lydda Franco Farías, es voz y presencia femenina en la revuelta estética, lleva al lector a hurgar en su espacio interior que en palabras de Bachelard (1986)” está en el espacio de su dicha. El inconsciente normal sabe estar a gusto en todas partes”.
El poeta según Zambrano (1996) “soporta únicamente este vivir errabundo y como sin asidero. Soporta el vivir instante a instante, pendiente de otro a quien ni siquiera conoce. Entrevee algo en la niebla y a eso que entrevee es fiel hasta la muerte”.
El uso de la poesía para efectuar una beligerancia guerrillera contra la tradicional postura de la mujer como madre, contra el pudor y el recato tradicional atenta contra el prototipo de la madre abnegada tan presente en la literatura y la sociedad. Lydda franco Farias la vida le golpea, la lucha social la fortalece dejando claro su postura de mujer aguerrida cuando sostiene:

“la excepción es conmovida imaginería
finísima y en orden
la excepción corta el hilo o prolonga el tejido
la excepción usa sus propias ofuscaciones
lo que buscamos golpea.” ( Estantes .Pág. 95)

La mujer poeta se revela y sigue una tradición mundial de insurrección femenina contra las normas establecidas. Julia Kristeva (1997) opina que la participación de las mujeres en los movimientos guerrillas/terroristas es un producto de la tendencia de la mujer a levantarse contra los sistemas de poder que la reprimen, y a adoptar la misma violencia que había sufrido en su proyecto de atacar las reglas o normas establecidas. Kristeva advierte que este proceso es la única manera en que una mujer puede defenderse, físicamente e intelectualmente. Más adelante nos comunica que, cuando un sujeto es excluido brutalmente del estrato socio / simbólico, cuando, por ejemplo, una mujer siente que su vida afectiva como mujer o su condición como ser social es brutalmente ignorada por el discurso o poder actual... ella puede, por invertir la violencia que ha sufrido, convertirse en agente “poseído” de esa violencia para combatir lo que experimentó como frustración, con armas que parecen desproporcionadas, pero que no lo son en comparación al sufrimiento subjetivo desde el cual proceden.
La palabra poética se reconcilia en un alegato concluyente de la Historia, esa otra tradición de las mujeres, donde dialogan costumbre y ruptura, rebeldía y libertad conquistada, a través del cantinela de la agudeza revoltosa.
La poeta Lydda Franco Farías cruza montañas, intensifica la palabra como asidero del tiempo para dejar huellas de su rebeldía inconclusa y en su búsqueda muestra el dolor de la injusticia a la que fue objeto:
“Mi primer hecho de sangre
Aconteció a la edad de 13 años
el odio sus abanicos
puso en acción su maquinaria
cancerberos me vigilaron los sueños
se dieron a la tarea infame de tapiar
las primicias de mi cuerpo (cuerpo del delito
prueba contundente del pecado a expiar…” (Descalabros en obertura…pág.82)
La imagen poética, por su proscribo creador, hace que la poesía surja como una quimera de libertad, el poema, por sus conexiones envuelve contextos y por las configuraciones que fecunda, se compone en un alegato de igualdad, no solo íntimo sino, cultural. Las miradas que los poemas crean se corresponden, pues, valiosamente, con la comprensión intima. A manera de reflexión me apropio de las palabras de la poeta: tejer en el vacío es desprenderse de uno mismo / caer en el vacío es recuperar el revés lo que encandila

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
Bachelard, Gastón (1986) La poética del espacio. Fondo de cultura económica .d.f.México
Carrillo, Carmen (2005) Entre la magia y la revolución: la vanguardia venezolana en busca de nuevos derroteros. Alpha, no.21, p.203-217. ISSN 0718-2201.
Franco, Lydda (2004) Antología Poética . Monte Ávila editores latinoamericana. Caracas
Kristeva, Julia. (1997). “Women’s Time” en Warhol, Robyn R. and Diane Price Herndl
Mandrillo, Cósimo (2004) Antología Poética. Lida Franco Farías. Prólogo. Monte Ávila editores latinoamericana. Caracas
Paz, Octavio. 1965 (2º). Las peras del olmo. México: Universidad Nacional Autónoma de México.
-------------------1983 [1950]. El laberinto de la soledad. México: Fondo de Cultura Económica.
-------------------- (1986) .El arco y la lira. México: Fondo de Cultura Económica
Szymborska, Wislawa (1997), El gran número. Fin y principio y otros poemas. Ed. Maria -- Filipowiks y Juan Carlos Vidal. Estudio introductorio de Malgorzata Baranowska. Hiperión,
Elizabeth Gackstetter (2003). La insurrección poética: una revolución contra el arquetipo materno en la poesía contemporánea. Argos, 38, Julio 2003. pp. 99-112 6
Zambrano, María (1996) Filosofía y poesía. Fondo de cultura Económica. México